Hace un año y siete meses que trabajo en un local de ropa masculina, vendo trajes, camisas, corbatas: ropa elegante. Yo tengo experiencia previa en venta de indumentaria femenina, cuando me propusieron atender hombres ... -Al fin!- pensé- no más mujeres cómodas, mandonas e inconformables que se prueban todo, lo dejan tirado del lado del revés y no llevan nada. Ahora hombres, no tienen mucha idea de la ropa, se llevan lo que les propongo, ni se lo prueban, pagan y se van; eventualmente vendría alguno para deleitar la vista, seguro. Pero no, nunca jamás sucedió. Nuestros cliente mas joven tiene 42 años, y el talle mas vendido es el XXL. Hasta el martes a la mañana cuando sonaron las campanitas que están colgadas en la puerta, avisándome que largue el mate y las Frutigran porque llegó un cliente, ahí lo veo 1.80 mts. de altura, pelo castaño claro, ojos celestes, algo así como el profesor de Jamas Besada (todas las chicas saben de quién hablo, durante nuestra adolescencia FOX la pasó cinco veces por semana) de contextura física grande, talle XL; una habilidad que desarrollé en este tiempo es la de mirar a los hombres y saber exactamente que talle usan, no se emocionen porque no sirve para adivinar nada por debajo de la ropa.
Me acerco con mi mejor sonrisa Colgate:
-¿En qué te puedo ayudar?
-Vengo a cambiar este sweater... que me regaló mi suegra...

Isn´t it ironic? Don´t you think?