Llegue a La Ideal, ya sentía un nudo en el estómago desde que bajé del subte en la estación C. Pellegrini, confundí los nervios con hambre y me compré una barrita de cereal de manzana. Llegué media hora antes, imposible ocultar mi ansiedad ¨Los organizadores todavía no llegaron¨ me dijo el señor de la recepción.


Me crucé al ciber de enfrente para hacer tiempo, a los veinte minutos volví ya había una cola de un poco mas de doce personas de cincuenta años en adelante. No aguanto las ganas de ir al baño, hace ya dos horas que salí de mi casa, me acerco al recepcionista y en voz baja le digo:
- ¿Puedo pasar al baño?
- Si, ¡Carlos!
– le grita a un hombre que está del otro lado del salón- La señorita quiere pasar al baño!! Pasá nomás, allá la puerta con el espejo.



Al pasar veo una mesita con dos pilas de CDs, sí! Me van a regalar el disco, no lo voy a tener que comprar, soy una auténtica periodista, definitivamente esta es mi profesión (ya te quiero ver cuando te manden a cubrir una conferencia de Diego Torres).


Al rato nos hacen pasar, me dan el CD y una gacetilla de prensa, me senté en una mesa al lado de una pareja que hablan entre ellos y me ignoran. Marta tuvo un compromiso laboral y no pudo venir, es la única que puede entender en carne propia la emoción de este momento.


Poco a poco se van llenando todas las mesas, me aburro de estar en silencio y en mi afán por socializar pregunto a la pareja de qué medio son, de lo que me iba a arrepentir. El señor medio pelado, medio canoso me mira fijo y habla sin parar:



Señor: - Yo a vos te vi en alguna presentación
Yo: - Pero esta es la primera vez que cubro una conferencia.
Señor: - Si, pero yo en alguna presentación te vi.
Yo: - Puede ser...-no quise contradecirlo
Señor: - Nosotros somos de la radio San Telmo producimos, conducimos nuestros propios programas, también tenemos una productora les armamos las carreras a los músicos respetando su imagen su música – ahí saca dos tarjetas y me las da – yo hago radio desde 1981 y me va muy bien, además tenemos una productora de discos.



Todo esto me lo dijo sin repetir y sin soplar en segundos, por último me aconsejó que aspire a tener mi propio programa de radio para luego tener uno de cable. Más tarde lo escucho decir orgulloso que él había formado parte del fans club de Paulina Rubio y que hasta se había sacado una foto con ella.
Para no hablar más con el susodicho al que le faltaba medio equipo, me puse a leer un texto de Bataille para calmar mi ansiedad... pero no hizo efecto. Mientras un tipo igualito al Puma Goyti prueba sonido.



La mayoría de las personas asistentes son conductores/as de radios am, tienen alrededor de 50 años, hay alguna posibilidad de que Raly me eche el ojo, sumado a que me pintarrajeé antes de entrar, me puse las botas nuevas y me senté en una mesa en primera fila justo enfrente a donde se ubicará él.



Se acerca un mozo me pregunta ¿Gaseosa, vino o agua? Pido gaseosa más tarde tengo que ir a la facultad debo mantener la compostura, también nos trajeron empanadas de carne pero no comí por temor a mancharme, que se me chorree el juguito de la carne o que me quede cebolla entre los dientes.



Al fin salió el Raly empujando la silla de ruedas de Elvira, la pianista, a un metro y medio de distancia, tocó unos temas del nuevo disco, vestido de traje, zapatos y poncho colgado al hombro. Hermoso, nunca lo vi tan cerca.
Entre tema y tema contestó preguntas, yo llevé unas quince anotadas pero no me animé a hacer ninguna.



A medida que iba pasando el tiempo me sentía más distendida y aprovechando que él canta con los ojos cerrados, comí una empanadita, nunca hice tantas migas, me llené el pelo, el saco, hasta le cayó un pedacito de carne a un señor que estaba agachado sacando fotos.



Al término del show-conferencia salí de mi hipnotismo al ver que todos se paraban se acercaban a pedirle autógrafos, fotos, saludos, así que también me acerqué con bastante vergüenza de mi cholulez pero sabiendo que si no lo hacía me arrepentiría el resto de mis días. Fue muy difícil acercarme, señoras con grandes bolsos me empujaban, señores con maletines cruzados también. Yo me quedé a un costado sonriendo por tenerlo cerca nomás, esperé que se despeje un poco, le pasé mi CD, me lo firmó y le dije ¨hola, te quería felicitar por el disco... te admiro, mucho¨ (Bah eso quise decir, pero creo que salió un balbuceo).


Me sonrió, me dio un beso y un abrazo santiagueño apoyando su cabecita en mi hombro. Sentí su perfume, fue en cámara lenta, dejé de sentir las piernas y los cachetes se me pusieron fucsias al instante. Gracias, me dijo y me fui... al locutorio a llamar a Marta.

Quiza me abrazó porque vio en mi expresión que lo admiro desde lo más profundo de mi corazón.
O quizá porque pensó ¨Pobre piba, debe venir de alguna escuela especial o de la granjita de rehabilitación¨ y a él le enternecen las causas nobles.


Ya sé que esto parece el relato de una nena de diez años que fue a ver a los Jonas Brothers, pero no me importa porque a mi me abrazó y me dio un besito el Raly!