Hace un mes que estrené trabajo nuevo.

Algunas cosas han cambiado en mi rutina durante estos treinta días. Por ejemplo ya no uso ojotas a diario, sino sandalias o chatitas. Me vi obligada a dejar de lado a mis vestidos floreados de feria americana y musculosas de morley desteñidas por los años de uso. A las 23 hs caigo rendida de sueño y a la mañana siguiente con los ojos pegados aprieto ¨ignorar¨ cuando suena la alarma del celular a las 7 hs. No puedo picar comida todo el tiempo, más bien por pudor que porque no me lo permitan. Pero tengo una notebook, un escritorio, toda el agua del bidón que quiera, compañeros nuevos, nueva casilla de e-mail laboral y un portero/encargado imitador de políticos con sitio web propio.

Ahora tomo el tren todas las mañanas, de a poco las caras se me hacen familiares. Para entretenerme los cuarenta minutos que dura el viaje realicé una topología de pasajeros: Los que llevan la tarjeta magnética de color blanco colgando del pantalón, quieren mostrarle al mundo que trabajan en una compañía con los recursos para implementar un sistema de ingreso similar al del subte para sus empleados. Ya con eso son felices, aunque trabajen en un call-center. Su sueño es ser team-leaders o account managers y tener mucha plata, aún así seguirían viajando en tren con una tarjeta de identificación pinchada en la camisa para que todos vean el cargo que alcanzaron. Si es posible también usan algún tipo de merchandising con el nombre de la empresa: bolsito, mochila, lapicera, llaveros.

Otros pasajeros, los que más se me parecen, son las mismas personas que veo los sábados a la noche en un bar que queda a pasitos de la estación del tren, tomando, bailando reggaeton, cumbia, haciendo la mímica de los temas, imitando a Daddy Yankee, tocando instrumentos invisibles, cambiándole la letra a los temas. Mientras que de lunes a viernes aparentan cordura y prolijidad de camisa, corbata y zapatos; cordura que no les es natural y estalla los fines de semana.

Otros viajan rumbo a algún tipo de trabajos que les permite vestir ropa sport, algunos van de jogging y remera mangas cortas (envidia), entre ellos los sujetos masculinos entre 20 y 45 años que hacen fierros todos sin excepción lucen: remera manga corta escote V, pelo bien cortito con gel. Durante el viaje suelen jugar con su celular último modelo, miran sus bíceps, te miran de reojo a ver si notaste el tamaño de sus bíceps, vuelve a jugar con el celular y así hasta llegar a Federico Lacroze.

Otros duermen, otros leen libros, algunos leen apuntes, algunos escuchan música en el celular sin auriculares, práctica que aborrezco, salvo cuando escuchan alguna banda de cumbia que me gusta.

Por último lo que hacemos todos al llegar a la estación terminal es agarrar un ejemplar de ¨El Cristino¨, que amablemente nos reparten jóvenes vestidos con trajes que les quedan por lo menos dos talles más grandes.

Algunos lo leen, yo se lo regalo a mi cartonero amigo así lo vende como papel.