Trabajar en radio ad honorem, a veces tiene beneficios materiales, como el del martes pasado. Me invitaron a la inauguración de Palermo Groove, la ex bailanta Metrópolis ahora convertida en disco y lugar de recitales. Al ingresar no pude evitar pensar cuánto me hubiera gustado conocer el lugar cuando aún sonaba la cumbia. Hasta sentí nostalgia por la pérdida de semejante templo tropical.

Ingresamos sin ningún rodeo, no nos pidieron DNI, licencia de conducir, carnet de prensa ni nada. Sentimos qué nos faltó la dosis de adrenalina de la rutinaria discusión con el patovica, el ¨Dale, dejame entrar…¨ con Marta nos miramos extrañadas y entramos. Unas promotoras nos dieron números para el sorteo de camperas de cuero, ahí comprendimos que por una noche disfrutaríamos del hechizo de estar ¨in¨.

Ingresamos al lugar con una pequeña alfombra roja donde los rockstars locales se sacaban fotos, en ese momento estaba Juanchi de Los Pericos, enfilamos para la barra directamente: todo libre. La sonrisa no se borraba de nuestras caras, mas aún cuando divisamos a los mozos con pizzetas y sushi rondando el lugar, Marta hacía cola con músicos de Pampa Yakuzza para pedir una cervecita yo la esperaba mirando sorprendida lo petiza que es Andrea Alvarez. Mientras tanto no nos alcanzaban los ojos para ver a las celebridades, obviamente con la secreta esperanza de ver al Raly Barrionuevo, estaban dando vueltas por ahí los Carajo, Arbolito, The Tormentos, Viticus y Mariano un ex- sex simbol de mi escuela que ahora tiene una banda. Y muchos más pero yo como casi no veo tele no los conozco.

Mas tarde tocaron en vivo Massacre (el gordo Wallace con calzas de leopardo es algo de lo que no me voy a olvidar mientras viva) Kapanga y Resistencia Suburbana.

Todo muy lindo, mucho glamour, muchas calzas, tachas, camperas de cuero, casi no había gente fea y si lo eran tenían mucha onda, pero la gente palermitana permanece en pose casi todo el tiempo, no bailan cuando suena Manu Chao, no se mueven cuando toca Kapanga y mucho menos se acercan a chamuyar.

El diálogo de la noche surgió al compartir el baño con Virginia ex - popstar, mientras Marta me decía al oído:

- Mirá el culito de la Bandana…

- Yo tenía el culito de ese tamaño cuando tenía seis años

- Yo jamás tuve el culo así…

Cual Cenicienta, el hechizo se terminó a la 1am, una vuelve a ser la proletaria de siempre y al otro día a las siete de la mañana arriba a trabajar con el maquillaje corrido, el estómago revuelto por los efectos del alcohol, el exceso de pizzetas y ni un asiento en el tren para dormir un ratito más.