Cuando nos conocimos en cuarto grado, ella me ignoraba completamente porque yo era la nueva del curso. Repartía invitaciones para su cumpleaños a todos menos a mí, me pasaba de largo como si yo no existiera. La odié. De a poco me fui haciendo amigas y ella también quiso serlo. No se cuando pero nos volvimos inseparables.

Todos los viernes nos invitábamos a almorzar, antes de la merienda corríamos la mesa para hacer la coreografía de ¨Chufa-Cha¨, intercambiábamos nuestras mascotas virtuales, pijamas parties, bailes, tardes leyendo revistas de Backstreet Boys, nos gustaban unos hermanos mellizos a quienes perseguíamos todos los recreos. Después de la escuela íbamos a mi casa a dormir un rato la siesta antes de volver a educación física, o nos quedábamos a ver la novela.

A los 15 tuvo su primer novio, se fue a sentar en el banco con él, yo quedé de lado reclamando atención:

- ¿Ahora ya no me snif…das más bola..snif?

- Sí sabés que sos mi mejor snif… y que… te quie... snif - Sos boba eh.. snif-

Si hay alguien tan llorona como yo, es ella. Mas adelante nos rateábamos para ir a ver las grabaciones de Todo x 2$, cine, boliches, trabajos, salidas, maratones de X-Files, muchos recitales, sándwiches de salchichón en el tren, cumpleaños, trabajos especiales para aprobar Catequesis, pasantías, compartimos más cosas de las que puedo recordar.

Terminamos la escuela, nos enfrentamos a las vicisitudes del mundo adulto las cuales no podíamos afrontar solas. Desarrollamos un código similar al 911: te espero en el Mc Donal´s. Era nuestra bati-señal, debíamos ir rápidamente al lugar con pañuelitos de papel y ganas de comer el helado más grande, los temas a tratar variaban Me dejó Luis, Mi papá me espantó a Pepe, Mi jefa es un mierda, Pablo me dijo que me quiere como amiga, No tengo plata, Jorge no me da bola, Mi trabajo es una mierda.

Las vueltas de la vida la llevaron a vivir a Bariloche con su novio, quien la sigue a donde sea, hicimos una despedida, regalos, tocamos sus temas preferidos, apoyamos toda la movida junto a mis amigas y la incentivamos a que vaya a buscar su lugar, su tranquilidad, lejos de los problemas de Buenos Aires. Pero la verdad es que yo no quería, cuando llegó el día en que se fue en el micro, sentí que se fue una parte de mi corazón con ella, la parte que tenía los juegos, la risa, la felicidad de cuando éramos chicas y todas las cosas vividas.

Dos años mas tarde, volvieron los dos, alquilaron un departamento, que entre mate y facturas ayudamos a limpiar (yo cebé mates porque soy un poco inútil con los quehaceres domésticos) le regalamos una mesita muy linda que encontramos tirada en la calle.

Sacaron tuno en el registro civil, me pidió que sea su testigo y se casaron nomás. En el civil, por suerte pudimos aguantarnos la emoción hasta después de firmar (estuve precavida y no me puse rimel). Nos secamos las lágrimas, fuimos todos a comer pizza. Posteriormente a decorar la iglesia, la señora que la cuida y viste los santos nos indicaba donde poner las flores mientras nos contaba de las hernias que sufría. Aproveché la situación para pedirle al Señor que no me lleve por ese camino.

Demás está decir que la fiesta fue genial, bailamos como locos, comimos como cerdos, me preguntaron 435 veces ¿Y vos para cuando? Como no podía retirarme de un evento sin hacer alguna torpeza, mientras bailaba se me bajó el vestido frente a la cámara por lo tanto mi corpiño quedará capturado en DVD para que lo vea toda la familia.

Ella estaba preciosa, pero sobre todo feliz. Todos buscamos nuestros finales felices, por eso a la mayoría no le gustan las películas de Daniel Burman, pero esto tenía todo lo que se requiere para ser un comienzo feliz.

Y por si acaso, siempre nos podemos encontrar en el Mc Donal´s.