M A R G A R I T A

un mundo de sensaciones


Llegué el domingo a la mañana a la terminal de Tucumán. Llovía, me vino a buscar Nadia con su papá Quique. A ella la conocí el año pasado en la plaza de Cafayate, después compartir sólo una velada nos invitó un asado increíble para mis amigas y yo, después de ese acto desinteresado es que nos hicimos amigas y nunca dejamos de hablar. Apenas le conté que me iba para el norte me invitó a pasar unos días por su casa.

Me llevaron a lo de la abuela Cuca, que tiene 73 años, mira Friends, se ríe y por ahí dice - Se pelean porque les queda sólo un preservativo! Jajaja- y yo pensaba que ella no llegaba a leer los subtítulos.

Asado, guitarreada, vinieron los tíos y los primos de Nadia, me encantan las familias numerosas. El tío Fede se encarga de mantenerme el vaso siempre lleno de vino blanco dulce. Los primos traen unos bafles altos como yo y meta folklore (meta! es como dale! en tucumano, me encanta esa expresión). Mas tarde traen los bongó, guitarra, un djembé (q me dicen que no es djembé que tiene otro nombre) yo saco el charango y nos ponemos a tocar, toda la familia agita. Después pinta la cumbia y empieza el baile, los tres tíos la sacan a bailar a la Cuca, la meten en medio de la ronda. Mientras comemos pasta frola y una torta cabsha que hizo Sandra, la mamá de Nadia. No podría haber aterrizado en una familia mejor. Después tomamos mates sentados en el patio. Y ante cualquier cosa que dice la abuela, la retan diciéndole “Cuca qué va pensar la chica de Jurlingham!”.

Todos los días nos levantamos al mediodía y Sandra, que le falta un año para recibirse de chef, ya tiene la comida lista. No deja de cocinar en todo el día, siempre tiene un bol con chocolate derretido en una mano y la espátula en la otra, porque el sábado cumple 15 años Rocío, la hermana de Nadia, y esperan aproximadamente cien invitados, ella hace bombones, tortas, muñecos de mazapán, y más. Todo me deja probar a mí porque soy la invitada. Me dicen “la Marga” y no me dejan ayudarlos en nada en la casa. Por las tardes tocamos la guitarra con Quique que trabaja en una mina en Catamarca, es Ingeniero Electrónico y dice que Nadia tiene potencial para serlo también, pero ella lo niega. Tocamos zambas, chacareras y carnavalitos, él también canta. Me cuenta que aprendió a tocar la guitarra cuando trabajaba en la papelera que le causaba un malestar, y con la guitarra el se desenchufaba. Con Candelaria, la más chica de la familia, nos sentamos en la vereda y me enseñó a tocar Estrellita dónde vas en el violín, igual me salió como si fuera un gato chillando. Ella está todo el tiempo jugando con los vecinos en la plaza y vuelve sólo a las horas de almorzar y cenar.

Conocí a dos compañeros de la facultad de Nadia, estudian historia, Leo y Joaquín. Me contaron sus vidas, pedimos empanadas en una casa de comidas, Nadia le cuenta que hacemos música, en realidad mientras espera las empanadas le cuenta de todo, ella no tiene problema alguno para entablar relaciones interpersonales. Y la señora nos invitó a tocar en la casa el siguiente viernes que nos espera con la comida y con sus hijos que son músicos. Durante la cena los chicos me contaron de sus amigos, de sus amores, de su familia, para terminar con un debate sobre 6-7-8 y otro sobre la filosofía de Niezstche. Charlamos hasta las 5 de la mañana y nos fuimos a dormir a lo de la Cuca. Que nos despertó al mediodía con una olla repleta de ñoquis de papa, salchichas y Friends en la TV.

Una vida tucumana de relax total, nos quedamos tomando mates y charlando toda la tarde en el patio debajo del árbol de paltas.

Las paltas de Cuca


Este año me di el lujo de emprender un viaje solo por el Norte argentino, Bolivia y Perú. Fue una experiencia increíble que quiero escribir para engañar a la memoria y no olvidarme de nada. Más allá de que todas las cosas vividas se me grabaron en los sentidos que estuvieron abiertos a todas las experiencias, sintiendo mucho más intensamente que en Buenos Aires.


Mi lengua para probó muchos sabores nuevos, mi boca habló con miles de personas sin importar el idioma, dio y recibió besos, se rió a carcajadas, mis manos tocaron el charango, agarraron la sal de Uyuni, mis piernas bailaron en el carnaval, mis pies subieron el Huayna Pichu, mis ojos vieron paisajes increíbles, mis oídos escucharon la hermosa música andina, mi nariz respiró profundamente a cada paso, mi corazón se abrió para darle lugar a todas las personas que conocí en el camino, que me acompañaron, que me dejaron entrar en sus vidas, que me hospedaron e hicieron lo mejor de mi viaje.

Para todos ellos y para los que quieran leer: Bienvenidos!




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