He llegado a la conclusión, por enésima vez de que las relaciones laborales son una analogía de las relaciones amorosas.

La primer entrevista es una especie de primera cita, hay que decír lo que se espera que digas, no mostrarse muy ansiosa, porque eso le quita el deseo a la otra persona, el deseo de volver a llamar para una segunda cita/entrevista. No se para que digo persona, si en general los que entrevistan son hombres.

Ante la pregunta: ¿Cómo te ves de acá a dos años?

-Me veo en un puesto fijo en una empresa, grande como la de ustedes. Ejerciendo mi profesión, con autonomía económica, creciendo y perfeccionándome en lo mío.

Mientras el cerebro proyecta mi imagen a orillas de un lago tocando la guitarra y cantando, este trabajo lo quiero para juntar plata para poder ir a ese lago y nada mas. Pero respeto las pautas de comportamiento social consensuadas para una entrevista de trabajo y no lo digo.

De la misma manera ante el deslumbre que puede ocasionarle a una, la primera cita con un muchacho encantador, en el afán de quedar bien, de que algo prospere, sobre todo si hace varios meses que una está sola. En el discurso se trata de demostrar todo lo contrario, equilibrio, nada de desesperación, falta de interés, se convierte una en la archienemiga del compromiso y la fidelidad.

-No, no me veo casada ni en pedo!... Hijos? No se... nunca se me pasó por la cabeza...

Por otro lado en la cabeza no deja de sonar el tema de Meredith Brooks.

¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Cuál es tu segundo nombre? ¿Cuál es tu helado preferido? ¿Me contás? ¿Sos de Aries? ¿Me pasas el numero de tu casa así te encuentro en cualquier lugar? ¿Por que miras el reloj? ¿Todavía no comimos el postre, es temprano las 22.30. ¿Crees en el destino? ¿Ya me querés? ¿Te mudas conmigo? Dale decíme! (Brooks: 1997).

Si se logran reprimir todos estos pensamientos, pasas el preocupacional, cumplis con los requisitos de la buena presencia y experiencia, una consigue el trabajo/muchacho, llega el momento de establecer las condiciones de la relación:

En blanco: es una relación oficial, en el ámbito laboral tenés obra social y jubilación. Te realizan los aportes, tu empleador esta feliz con vos y te ofrece las mejores condiciones. En el ámbito amoroso, tenés título, serás presentada orgullosamente ante sus amigos y familiares, compartirás todo tipo de reuniones con ellos (no se cuan bueno es esto), te prometerán fidelidad, es decir, estas contratada de manera efectiva.

En negro: no tenés derechos, pero tampoco obligaciones, no esta mal si ambas partes están de acuerdo. No es engaño si de repente te llaman de otro lugar para una entrevista o te llama otro sujeto para ir a tomar algo. Podes faltar todo lo que quieras, sin justificativo. Y no tenés suegra ni suegro para asistir a sus cumpleaños.

Monotributista: En los dos ámbitos el empleador o pareja, solicita fidelidad, que estés ahí para ellos, que cumplas con lo que solicitan, te dirán “lo que necesito de vos es que seas proactiva”, que no los molestes pidiendo aumentos o más tiempo juntos. Pero no se hacen cargo, si te he visto no me acuerdo, los aportes te los haces vos sola, los tramites también. No sos oficial, no hay regalos para ninguna fecha, no hay fechas especiales, no hay aguinaldo ni caja navideña ni premios por presentismo. Si te enfermas no hay medico laboral, ni nadie que te ponga pañitos en la frente.

Lo peor: no hay derecho a reclamar nada de nada porque vos embobada en esas primeras citas/entrevistas, aceptaste.

Bien boluda!